Se despierta de nuevo con la sensación de que ha llegado el día. “Hoy sí, habrá un cambio.” Confía ciegamente en que suceda algo, un momento especial, uno de esos momentos que nunca se olvidan. Así pasen todos los años que tengan que pasar.
Últimamente profesa una
creencia casi enfermiza en que el batir de unas pequeñas alas de
colores en algún lugar del mundo generará un cambio en su vida.
Puede que incluso ya se haya iniciado la cadena de acontecimientos
que lo provocará, sin remedio. No sabe cómo ha llegado a esa férrea
conclusión, pero tampoco le importa demasiado. “La fe no se
cuestiona”, piensa convencido.
Se levanta, se ducha y
desayuna mientras escucha las noticias de la radio, esperando que el
locutor de turno le revele que a partir de ahora, hay un antes y un
después.
En el abarrotado autobús
de camino al trabajo mira disimuladamente a los demás pasajeros.
Quizás alguno de ellos le devuelva la mirada y le haga alguna
pregunta, o le golpee levemente por culpa de una curva demasiado
cerrada y empiece una conversación.
Entra en la oficina a la
hora de siempre. Sus compañeros le saludan, comentando las novedades
del trabajo. Le convocan a alguna reunión, recibe varias llamadas,
correos electrónicos, mensajes de móvil, le hacen participe de las
conversaciones durante la pausa para la comida... Pero nada parece
diferente al resto de los días.
La vuelta a casa, a pie
aprovechando que el tiempo acompaña, es casi su última esperanza.
En cada esquina puede aparecer una oportunidad inesperada, un guiño
que le haga cambiar de perspectiva. Durante el paseo mira hacía
arriba de vez en cuando, para que lo que le caiga del cielo no le
pille desprevenido.
Revisa su teléfono móvil
por si uno de sus amigos le llama para contarle alguna anécdota
divertida, le reclama para tomar una caña o le propone el mejor plan
posible para el siguiente fin de semana.
Después de cenar y
desconectar su mente con cualquier programa intrascendente que le
brinda la televisión, decide irse a dormir. Mientras rebotan por su
mente las notas de su música favorita, recapacita sobre todo lo que
le ha ocurrido en el día, esperando que llegue el sueño y le venza
sin compasión.
Justo antes de quedarse
dormido se pregunta dónde estará esa mariposa y cuándo se decidirá
a salir volando. Y confía en que mañana sea el día…