Desde hace algún tiempo he ido guardando en una caja roja algunas historias, relatos, microcuentos y pensamientos. Algunos reales, otros imaginarios. Ahora los comparto con vosotros...

miércoles, 27 de enero de 2016

En el escaparate





Allí estaba, el número seis de la calle Menor. Justo al lado de la parada de autobús que le habían indicado por teléfono. Estaba citada a las nueve de la mañana para empezar en su nuevo trabajo. Miró su discreto reloj de muñeca y comprobó que aún faltaban quince minutos para la hora acordada. Sabía que era importante ser puntual, sobre todo el primer día en un nuevo trabajo. Había que causar buena impresión. Pero también sabía que llegar demasiado pronto podría transmitir cierta impaciencia. Así que decidió dar una vuelta a la manzana a buen paso, para conseguir llegar en el momento adecuado.


Al girar la esquina descubrió una tienda de moda con un amplio escaparate. Le llamó la atención un vestido azul que lucía un maniquí descabezado. Pensó que podría ser una buena elección para llevar en la boda de su prima Laura del próximo verano. La tarde anterior se había acercado a su casa para darle la noticia y entregarle la invitación. Odiaba las bodas y todo lo que las rodeaba. Pero no podía faltar a esta. Toda la familia estaba invitada y sería mucho peor no asistir. Era lo que le faltaba para que pudieran reafirmar las teorías de rarita de la familia y de que nunca se iba a casar.


Se acercó al escaparate para poder ver mejor el precio del vestido y se sorprendió al ver su cara reflejada en el cristal. “¿Cómo puedo tener tan mala pinta?” Había decidido casi no maquillarse para no llamar mucho la atención el primer día y su pelo se había alborotado con el frío viento del norte que había llegado aquella mañana para quedarse. Sus ojeras parecían más marcadas que por la mañana en su casa. “Joder, casi parece que vengo de resaca…” En ese momento recordó las palabras de su prima la tarde anterior:

- Tienes que cuidarte más, sacarte más partido. Eres guapísima, pero no sabes lucirte como podrías. ¡A ver si en la boda te presento a alguien y te emparejamos de una vez! Bueno, eso si no encuentras a tu príncipe azul en ese nuevo trabajo que me has contado…


Sin dejar de mirar sus propios ojos reflejados en el cristal rebuscó en su bolso y sacó el corrector para las ojeras. Encendió la cámara del móvil para poder verse en él y se dio unos leves toques que le ayudaron a disimularlas. Después un poco de brillo de labios, sin pasarse, y un poco más de sombra de ojos. Deshizo el trabajo que el viento le había causado en el pelo, dejándolo bastante más decente. Se volvió a mirar reflejada en el cristal del escaparate. “Esto está mejor”, pensó.


Casi habían pasado diez minutos, así que decidió volver por donde había venido y regresar cuanto antes al número seis de la calle Menor. Al entrar por la puerta volvió a recordar la voz de su prima Laura la tarde anterior: “¡Y tienes que sonreír más!”


Pulsó el timbre y puso su mejor sonrisa, esperando a que le abrieran.

domingo, 10 de enero de 2016

Microcuento

Después de meses de desencuentros, los dos aceptaron firmar una amnistía emocional.