Había
una vez un Niño que, ya desde pequeño, le gustaba más jugar solo
que con otros niños. Algunos de ellos pensaban que era un poco raro.
¿Cómo
le puede gustar más estar sólo que jugando con nosotros? ¡Eso es
muy aburrido!
Los mayores decían que lo hacía porque era tímido. A veces, le
obligaban a jugar con los demás. No
puedes estar solo, tienes que jugar con los otros niños.
Lo
que nadie sabía es que el Niño prefería estar sólo porque así
podía inventarse todos los juegos que él quisiera, con las reglas
que quisiera, con la gente que quisiera, sin ninguna limitación más
allá de su propia imaginación. Así conseguía que sus juguetes
hicieran cosas increíbles que no se les ocurrían a otros niños.
Además,
al Niño le encantaba leer. Se podía pasar las horas sentado en la
misma posición, casi sin moverse, leyendo cuentos, tebeos y, sobre
todo, libros de aventuras. No había nada más placentero para él
que descubrir en cada página a nuevos personajes, nuevos lugares y
nuevas historias que casi podía vivir en primera persona y que podía
recrear en cualquier momento con sus juguetes. No sabía si alguna
vez iría a Rusia, pero sabía los peligros que allí le podrían
esperar si tenía que cruzarla para entregar una carta. Quizás no
viera nunca un submarino, pero era capaz de viajar en uno una
distancia de veinte mil leguas en una sola tarde. Puede que jamás
encontrará el mapa de un tesoro, pero conocía una isla en la que
los piratas escondían uno a buen recaudo.
El
Niño nunca veía las noticias en la televisión ni leía los
periódicos. Todo lo que allí aparecía eran historias tristes que
no gustaban a nadie, al Niño tampoco. Un día se le ocurrió que él
podría escribir su propio periódico, con noticias que todos
quisieran leer. No debía ser muy difícil, aunque nunca hubiera
escrito ninguna. Así que cogió un cuaderno en blanco y escribió en
cada página la noticia que le gustaría leer: un coche de policía
volaba a la Luna con un equipo de astronautas para jugar un partido
de futbol con los extraterrestres, los indios y los vaqueros ponían
fin a la guerra y firmaban la paz en el fuerte, triunfaba un nuevo
grupo musical que tocaba con raquetas como si fueran guitarras y con
la papelera como si fuera un tambor, el Rey daba un discurso para
anunciar que ampliaba las vacaciones escolares un mes más...
Al
Niño también le gustaba Raquel. Era la niña más guapa del
mundo. Bueno, no conocía a todas las niñas del mundo. Ni siquiera
conocía a todas las niñas de su colegio. Pero sí conocía a todas
las niñas de su clase y ella era la más guapa de todas. Supo en
clase de lengua que le encantaba la poesía. Así que el
Niño le escribió en una página especial de su cuaderno una poesía
que se titulaba “Para
Raquel”.
Puede que "pelo" con "cielo" y "sonrisa"
con "brisa" no fueran las mejores rimas que un poeta
pudiera escribir, pero el Niño pensó que a Raquel le gustarían
mucho. Fue una pena que Raquel se marchara del colegio ese mismo
curso y nunca leyera la poesía. Aun así, El Niño siguió
escribiéndole poesías, por si algún día ella regresaba.
En
ese cuaderno el Niño también escribía cuando se sentía muy triste
o cuando se sentía muy alegre. El cuaderno siempre le entendía,
nunca le replicaba, siempre se alegraba por él, nunca le ponía
pegas. Era muy fácil contarle todo al cuaderno. Además, cuando
releía las páginas anteriores, le ayudaban a sentirse mejor,
dándose cuenta que nunca nada fue tan terrible y que siempre se
encontraba un motivo para sentirse mejor.
Con
el paso de los años, el cuaderno del Niño se fue quedando en el
olvido. Tenía demasiadas obligaciones y no le quedaba tiempo para
escribir nuevas noticias imaginarias. Como sólo el Niño conocía la
existencia del cuaderno, al final acabó por desaparecer. Quizás se
perdió en alguna mudanza, quizás se lo llevó alguno de los
personajes de las historias a uno de sus viajes y ya no quiso volver.
Sin
embargo el Niño nunca olvidó que siempre hay nuevos cuadernos en
los que poder escribir. Y, de vez en cuando, encuentra el tiempo
suficiente para imaginar una nueva historia y volver a escribir, al
menos, una nueva página.