Desde hace algún tiempo he ido guardando en una caja roja algunas historias, relatos, microcuentos y pensamientos. Algunos reales, otros imaginarios. Ahora los comparto con vosotros...

lunes, 29 de septiembre de 2014

Otoño




El otoño es bohemio.

Días soleados intercalados con otros de cielo encapotado y nubes amenazantes. Ni el calor sofocante del verano ni el negro frío del invierno. El olor a tierra mojada después de una noche lluviosa. El marrón de las hojas que quedan en los árboles reflejándose en el marrón de las hojas que ya cayeron. El viento que golpea las ventanas y agita los primeros abrigos que lucen por las calles.


El otoño es melancólico.

Son recuerdos de la infancia. Juegos en la calle, apurando los últimos momentos del día, antes de que el sol se despida temprano y de la bienvenida a la luna. Un balón que cae en uno de los charcos del improvisado campo de futbol formado por líneas y porterías imaginarias. Una carrera con los amigos para ver quién es el más rápido de la pandilla y que todos en el colegio lo sepan. Unos tebeos nuevos para leer en la cama con la primera gripe del curso.

El otoño es reinicio.

Es el tiempo de nuevos tiempos. Un propósito más realista que los de cada nuevo Año Nuevo. Una pequeña vuelta de tuerca a las rutinas de siempre. Esas no cambiarán mucho, son rutinas porque gustan y forman parte de la propia vida. Uno no es lo mismo sin sus rutinas. Antes era tiempo de nuevos fascículos, nuevas colecciones, muchas de ellas inacabadas para siempre. Ahora ya no hacen falta, el conocimiento y los objetos se compran a distancia y están siempre ahí, a un clic. Se gana tiempo, pero se pierde la ilusión de esperar a que llegue el o la siguiente.


El otoño es equilibrio.

La inocencia de los primeros años y las pequeñas locuras de la juventud dejan paso a la serenidad tranquila de la madurez. Ya no hay que exprimir al máximo los días soleados, sólo hay que disfrutarlos con calma, saborearlos con lentitud, sentirlos despacio para que nada se escape. Por si el siguiente ya no es así. Y los días nublados apetece resguardarse en el espacio de confort, invitando a ejercitar la memoria, la buena memoria.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Microcuento

Odiaba la montaña rusa. Las subidas, las bajadas, los mareos, el miedo... Pero tenía un abono que no quería desperdiciar.

lunes, 15 de septiembre de 2014