Desde hace algún tiempo he ido guardando en una caja roja algunas historias, relatos, microcuentos y pensamientos. Algunos reales, otros imaginarios. Ahora los comparto con vosotros...

lunes, 3 de agosto de 2015

Letra a letra



Llevas una vida en la que todo encaja, jugando cada día a que hoy sea perfecto. Colocas con cuidado cada una de tus fichas, para que todo siga en orden. Es verdad que, en ocasiones, las jugadas no son tan buenas como quisieras y las fichas te dan una mala puntuación. Pero sigues jugando, no lo puedes evitar. Es por culpa de esa especie de adicción que supone el no saber qué vendrá después, qué jugará el otro, cómo acabará la partida. Sabes que puedes ganar pero también sabes que puedes perder. Bien o mal, todo va encajando en el juego de la vida.

Pero cuando menos lo esperas, algo se cruza, alguien te encuentra, lo que nunca imaginabas que pasaría, pasa. El azar es así de inesperado. Es parte de su encanto. Un día, casi sin darte cuenta, tus fichas se descuadran y todo se descoloca. No lo has visto venir, ha sido sólo un instante. Zas! Todo ha cambiado de golpe.

Antes pensabas a menudo en que te DESNUDARA y ahora tu único pensamiento es que te quieres DESANUDAR. Antes nadie os podía DESVIAR de vuestro camino y ahora los días son DERIVAS infinitas. Antes tenías una COSA y ahora tienes el CAOS. Antes ERAMOS AMORES.

Y ahora, ¿qué?

La parte negativa es que nadie conoce tus fichas, sólo tú. Nadie puede ayudarte a ganar. La parte negativa es que no conoces las fichas de los demás. ¿Cómo saber entonces cuál debe ser tu siguiente movimiento? Es muy arriesgado porque un movimiento en falso y todo acaba. Una ficha mal colocada y pierdes de nuevo la partida. Y tú ya has perdido demasiado. En realidad, a nadie le gusta perder. Hay quién te recomienda que preguntes a los demás qué fichas tienen, así sabes a qué atenerte. Claro, qué sencillo parece todo cuando no eres uno de los jugadores. ¿Y si no te responden? Peor aún, ¿cómo sabes si te están diciendo la verdad? ¿Confías en que los demás jugadores sean igual de leales que tú? Nadie puede estar seguro de eso. Incluso dudas de ti mismo, de cómo de leal serías si alguien te las preguntara a ti.

Entonces, ¿qué?

La parte positiva es que sabes que, cuantas más partidas juegues, más irás aprendiendo. Además, tus fichas las gestionas tú y sólo tú las conoces. Puedes guardarte alguna para colocarla más adelante. Puedes esperar a qué te llegue la ficha que mejor se adecua a tu juego. Puedes cambiar de fichas si las que ya tienes son difíciles de colocar. Puedes pasar de jugar por un momento, dejando el peso de la partida a los demás, para darte tiempo a pensar mejor la jugada. La parte positiva es que ganar el juego está también en tus manos.

Así que tú decides... ¿Juegas?