Ahora ya vestido se miró en el espejo y descubrió por
fin su error. Había estado demasiado tiempo pendiente de sí mismo, fijándose en
cómo era y en qué le pasaba. Por eso olvidó mirarla a ella cuando más le
necesitaba. Por eso ella se había marchado. Y por eso ahora estaba sólo y
deprimido. Así que agarró la silla que tenía a mano y la lanzó con todas sus
fuerzas contra el espejo, rompiéndolo en mil pedazos que cayeron a sus pies.