Otra vez
castigado. Tres veces ya esta semana. Hoy me ha dolido mucho, más
que las últimas veces, creo. Seguro que me salen moratones en el
brazo. Tendré que volver a decirle mañana a la maestra que me he
caído, si me pregunta. Si fuera invierno llevaría manga larga y no
se daría cuenta. Pero es verano y tengo que llevar manga corta.
Esto me pasa
por no obedecer. Tendría que saber que cuando papá entra en casa
dando tumbos y mareado, tengo que hacerle caso. Él tiene muchos
problemas en el trabajo y mamá siempre nos avisa cuando llega así a
casa: “Hoy no hagáis enfadar a papá, ha tenido un mal día”. Le
he preguntado muchas veces a mamá por qué papá llega mareado, pero
nunca me contesta. Los niños de mi clase me han dicho que sus papás
no llegan mareados a casa.
Algunas
noches papá no se enfada conmigo, pero se enfada con mi hermano o
con mamá. Cuando pasa eso yo me voy a mi habitación y me pongo a
escuchar música con mis cascos. Me subo mucho el volumen para no
enterarme de nada. Prefiero escuchar las canciones que escuchar los
gritos y los golpes. Antes lloraba y tenía mucho miedo de que papá
viniera a mi habitación. Ahora ya no lloro, papá nunca viene a mi
habitación. Sólo espero un rato y me quito los cascos cuando ya no
se oyen gritos.
Otras noches
papá no llega mareado del trabajo y no se enfada con nadie. Sólo se
sienta muy serio en el sofá, se come la cena que le pone mamá en la
mesa y se bebe algunas cervezas mientras mira a la tele. Yo creo que
en realidad no está atento a lo que dicen, nunca comenta nada con
nosotros ni se ríe con los chistes que cuentan. Sólo se queda
serio. Pero yo prefiero que haga eso y no se enfade. Esas noches son
las mejores.
Hoy sólo le
dije a papá que no me quería duchar otra vez, que ya me duché ayer
y hoy casi no he sudado. Él me ha dicho que era un guarro y que
tendría que hacer como mi hermano, que se lava todos los días mil
veces. Yo sabía que papá estaba mareado, que no le tenía que hacer
enfadar. Pero no es verdad que mi hermano se lave mil veces, sólo se
lava una o dos, como mucho. Cuando se lo he dicho a papá me ha
gritado que no le llame mentiroso. Me ha sujetado muy fuerte por el
brazo, me hacía daño, pero no he dicho nada. Mamá se ha ido a la
cocina y ha cerrado la puerta, como hace siempre que papá se enfada
conmigo. Mi hermano ha seguido mirando la tele y creo que ha empezado
a llorar.
Me ha
arrastrado por el pasillo hasta la puerta del armario. Yo no quería
entrar y me sujetaba a la puerta con todas mis fuerzas. No he dicho
nada, no quería que se enfadara todavía más. Sólo he gritado
cuando me ha dado el puñetazo en el hombro para meterme en el
armario. Ese puñetazo sí me ha dolido. Al pegarme me he tenido que
soltar y me ha metido dentro de un empujón. Me he golpeado en la
rodilla con uno de los cajones y seguro que ahí me sale otro
moratón.
Si
no le hubiera hecho enfadar no me habría pegado. Ni me habría
metido en este armario. No aprendo.