Desde hace algún tiempo he ido guardando en una caja roja algunas historias, relatos, microcuentos y pensamientos. Algunos reales, otros imaginarios. Ahora los comparto con vosotros...

martes, 1 de marzo de 2016

No aprendo


Otra vez castigado. Tres veces ya esta semana. Hoy me ha dolido mucho, más que las últimas veces, creo. Seguro que me salen moratones en el brazo. Tendré que volver a decirle mañana a la maestra que me he caído, si me pregunta. Si fuera invierno llevaría manga larga y no se daría cuenta. Pero es verano y tengo que llevar manga corta.
 
Esto me pasa por no obedecer. Tendría que saber que cuando papá entra en casa dando tumbos y mareado, tengo que hacerle caso. Él tiene muchos problemas en el trabajo y mamá siempre nos avisa cuando llega así a casa: “Hoy no hagáis enfadar a papá, ha tenido un mal día”. Le he preguntado muchas veces a mamá por qué papá llega mareado, pero nunca me contesta. Los niños de mi clase me han dicho que sus papás no llegan mareados a casa.

Algunas noches papá no se enfada conmigo, pero se enfada con mi hermano o con mamá. Cuando pasa eso yo me voy a mi habitación y me pongo a escuchar música con mis cascos. Me subo mucho el volumen para no enterarme de nada. Prefiero escuchar las canciones que escuchar los gritos y los golpes. Antes lloraba y tenía mucho miedo de que papá viniera a mi habitación. Ahora ya no lloro, papá nunca viene a mi habitación. Sólo espero un rato y me quito los cascos cuando ya no se oyen gritos.

Otras noches papá no llega mareado del trabajo y no se enfada con nadie. Sólo se sienta muy serio en el sofá, se come la cena que le pone mamá en la mesa y se bebe algunas cervezas mientras mira a la tele. Yo creo que en realidad no está atento a lo que dicen, nunca comenta nada con nosotros ni se ríe con los chistes que cuentan. Sólo se queda serio. Pero yo prefiero que haga eso y no se enfade. Esas noches son las mejores.

Hoy sólo le dije a papá que no me quería duchar otra vez, que ya me duché ayer y hoy casi no he sudado. Él me ha dicho que era un guarro y que tendría que hacer como mi hermano, que se lava todos los días mil veces. Yo sabía que papá estaba mareado, que no le tenía que hacer enfadar. Pero no es verdad que mi hermano se lave mil veces, sólo se lava una o dos, como mucho. Cuando se lo he dicho a papá me ha gritado que no le llame mentiroso. Me ha sujetado muy fuerte por el brazo, me hacía daño, pero no he dicho nada. Mamá se ha ido a la cocina y ha cerrado la puerta, como hace siempre que papá se enfada conmigo. Mi hermano ha seguido mirando la tele y creo que ha empezado a llorar.

Me ha arrastrado por el pasillo hasta la puerta del armario. Yo no quería entrar y me sujetaba a la puerta con todas mis fuerzas. No he dicho nada, no quería que se enfadara todavía más. Sólo he gritado cuando me ha dado el puñetazo en el hombro para meterme en el armario. Ese puñetazo sí me ha dolido. Al pegarme me he tenido que soltar y me ha metido dentro de un empujón. Me he golpeado en la rodilla con uno de los cajones y seguro que ahí me sale otro moratón.

Si no le hubiera hecho enfadar no me habría pegado. Ni me habría metido en este armario. No aprendo.