Desde hace algún tiempo he ido guardando en una caja roja algunas historias, relatos, microcuentos y pensamientos. Algunos reales, otros imaginarios. Ahora los comparto con vosotros...

miércoles, 20 de mayo de 2015

El caso Waynesburg


Aclarado el fallecimiento del Conde de Waynesburg

La colaboración con un investigador privado, clave para su resolución.

Cuando la mañana del pasado 28 de marzo se descubrió el cadáver del anciano Conde de Waynesburg, de 98 años de edad, sumergido en la bañera de su habitación privada de la mansión Waynesburg (Tucson, Arizona), todo parecía indicar que se trataba de una muerte natural. La avanzada edad del Conde, junto con su largo historial médico por problemas de corazón, apuntaba en esa dirección. A pesar de las evidencias, el juez instructor, a instancias de algunos miembros de la familia más cercana, ordenó la autopsia del multimillonario Conde.

El motivo fundamental, según fuentes de la investigación, era descartar cualquier otra posible causa, teniendo en cuenta que la herencia del Conde pasaba prácticamente en su totalidad a su hija mayor, Michelle de Waynesburg, de 65 años, incluyendo el propio título nobiliario y todas las acciones y cargos en las múltiples empresas familiares. Sus otras dos hijas, Lucy y Loretta, veían reducida su asignación a un pequeño piso en Southampton para las dos, cuyas cargas hipotecarias sobrepasan con creces el propio valor del inmueble. Se daba además la circunstancia que el testamento del Conde había sido modificado y verificado ante notario tan sólo cinco días antes de su fallecimiento.

Dado el carácter excéntrico del Conde, esto no llamó inicialmente la atención de la policía. No era la primera vez que modificaba su testamento y hay que recordar que algunos de los peculiares episodios que el Conde protagonizó en vida ya fueron motivo de escándalo entre los habitantes de la zona. Fue muy comentada su decisión de cerrar para su uso exclusivo el zoo local y poder pasear por el recinto con el féretro de su última esposa en una calesa tirada por dos de los mejores caballos de su cuadra, alegando que era el último deseo de la Condesa. Algo parecido ocurrió cuando invirtió casi una docena de millones de euros en construir un castillo de estilo medieval en la colina más alta de la región, para, según declaró “refugiarse allí en caso de alerta de tsunami”, algo totalmente improbable en una localidad que se encuentra ubicada a más de 300 kilómetros de la costa más cercana.

La autopsia reveló que el fallecimiento había sido provocado por un paro cardíaco. Aunque, según ha trascendido, se encontraron restos de quinina en el cadáver, algo muy poco habitual en personas de la edad del fallecido, a pesar de los múltiples fármacos que tomaba regularmente por prescripción de su médico personal, el doctor Wilson.

Esta peculiar anomalía alertó a las hijas menores del Conde, que recurrieron a los servicios del investigador privado Sheldon Hugues, famoso por colaborar con la policía en casos de cierta dificultad y de gran relevancia para la opinión pública.

En una improvisada rueda de prensa en la finca Waynesburg celebrada esta mañana, el señor Hugues relató las averiguaciones que había llevado a cabo en los días posteriores al suceso para intentar aclarar este turbio asunto: "El cuerpo se encontró en la bañera de su casa, completamente sumergido en el agua y rodeado de su colección personal de patitos de goma. El propio servicio que trabaja en la casa confirmó que se trataba de una costumbre habitual del fallecido. Todos los días se bañaba con su colección de palmípedos plásticos y durante media hora no se le podía molestar. Sin embargo, el Conde no murió ahogado, por lo que la muerte tuvo que producirse antes y se hundió en la bañera con posterioridad. Nadie entró en el baño del Conde hasta que fue hallado muerto, ya que la puerta se encontraba cerrada por dentro y no hay ventanas. Por tanto, algo sucedió durante su aseo diario que le provocó la muerte. La quinina encontrada en la autopsia me recordó a cierto caso en el que también trabajé hace unos años, las cantidades encontradas eran muy similares e igual de sospechosas. En cualquier libro de química pueden leer la combinación necesaria para que la quinina, en reacción con el agua y la glicerina del jabón usado por el Conde, junto con cierta cantidad de cloroformo, provoque una insuficiencia respiratoria leve, inocua para personas con buena salud, pero que puede resultar fatal en personas de edad elevada. Esta insuficiencia respiratoria, junto con los problemas propios del débil corazón del Conde, provocó sin duda el trágico desenlace".

Ante el razonamiento del señor Hugues, se le cuestionó por cómo habrían llegado estos elementos químicos al baño, provocando la muerte del Conde, ya que se encontraba sólo en el momento del fallecimiento. El señor Hugues, en presencia del comisario responsable de la investigación, se limitó a responder "Patitos. Cuá, cuá…" mientras se marchaba del lugar, negándose a responder a ninguna otra pregunta de los medios de comunicación allí presentes.
El comisario confirmó pocas horas después que, tras las explicaciones de Hugues, el doctor Wilson había confesado haber preparado la combinación letal y que Michelle de Waynesburg la habría introducido con una jeringuilla en varios de los patos de goma que el Conde usaba en su baño diario, esperando que la reacción de los elementos químicos hiciera el resto del trabajo. Al parecer, aunque este punto está pendiente de confirmación oficial, el doctor y la heredera mantenían una relación sentimental desde hacía algunos años y habían planificado el crimen para conseguir en exclusiva la fortuna familiar.

Los dos acusados fueron inmediatamente detenidos y ya han pasado a disposición judicial a la espera de la celebración del juicio, que tiene previsto su inicio en los primeros días del próximo mes de Junio.