Aclarado
el fallecimiento del Conde de Waynesburg
La
colaboración con un investigador privado, clave para su resolución.
Cuando
la mañana del pasado 28 de marzo se descubrió el cadáver del
anciano Conde de Waynesburg, de 98 años de edad, sumergido en la
bañera de su habitación privada de la mansión Waynesburg (Tucson,
Arizona), todo parecía indicar que se trataba de una muerte natural.
La avanzada edad del Conde, junto con su largo historial médico por
problemas de corazón, apuntaba en esa dirección. A pesar de las
evidencias, el juez instructor, a instancias de algunos miembros de
la familia más cercana, ordenó la autopsia del multimillonario
Conde.
El
motivo fundamental, según fuentes de la investigación, era
descartar cualquier otra posible causa, teniendo en cuenta que la
herencia del Conde pasaba prácticamente en su totalidad a su hija
mayor, Michelle de Waynesburg, de 65 años, incluyendo el propio
título nobiliario y todas las acciones y cargos en las múltiples
empresas familiares. Sus otras dos hijas, Lucy y Loretta, veían
reducida su asignación a un pequeño piso en Southampton para las
dos, cuyas cargas hipotecarias sobrepasan con creces el propio valor
del inmueble. Se daba además la circunstancia que el testamento del
Conde había sido modificado y verificado ante notario tan sólo
cinco días antes de su fallecimiento.
Dado
el carácter excéntrico del Conde, esto no llamó inicialmente la
atención de la policía. No era la primera vez que modificaba su
testamento y hay que recordar que algunos de los peculiares episodios
que el Conde protagonizó en vida ya fueron motivo de escándalo
entre los habitantes de la zona. Fue muy comentada su decisión de
cerrar para su uso exclusivo el zoo local y poder pasear por el
recinto con el féretro de su última esposa en una calesa tirada por
dos de los mejores caballos de su cuadra, alegando que era el último
deseo de la Condesa. Algo parecido ocurrió cuando invirtió casi una
docena de millones de euros en construir un castillo de estilo
medieval en la colina más alta de la región, para, según declaró
“refugiarse
allí en caso de alerta de tsunami”,
algo totalmente improbable en una localidad que se encuentra ubicada
a más de 300 kilómetros de la costa más cercana.
La
autopsia reveló que el fallecimiento había sido provocado por un
paro cardíaco. Aunque, según ha trascendido, se encontraron restos
de quinina en el cadáver, algo muy poco habitual en personas de la
edad del fallecido, a pesar de los múltiples fármacos que tomaba
regularmente por prescripción de su médico personal, el doctor
Wilson.
Esta
peculiar anomalía alertó a las hijas menores del Conde, que
recurrieron a los servicios del investigador privado Sheldon Hugues,
famoso por colaborar con la policía en casos de cierta dificultad y
de gran relevancia para la opinión pública.
En
una improvisada rueda de prensa en la finca Waynesburg celebrada esta
mañana, el señor Hugues relató las averiguaciones que había
llevado a cabo en los días posteriores al suceso para intentar
aclarar este turbio asunto: "El
cuerpo se encontró en la bañera de su casa, completamente sumergido
en el agua y rodeado de su colección personal de patitos de goma. El
propio servicio que trabaja en la casa confirmó que se trataba de
una costumbre habitual del fallecido. Todos los días se bañaba con
su colección de palmípedos plásticos y durante media hora no se le
podía molestar. Sin embargo, el Conde no murió ahogado, por lo que
la muerte tuvo que producirse antes y se hundió en la bañera con
posterioridad. Nadie entró en el baño del Conde hasta que fue
hallado muerto, ya que la puerta se encontraba cerrada por dentro y
no hay ventanas. Por tanto, algo sucedió durante su aseo diario que
le provocó la muerte. La quinina encontrada en la autopsia me
recordó a cierto caso en el que también trabajé hace unos años,
las cantidades encontradas eran muy similares e igual de sospechosas.
En cualquier libro de química pueden leer la combinación necesaria
para que la quinina, en reacción con el agua y la glicerina del
jabón usado por el Conde, junto con cierta cantidad de cloroformo,
provoque una insuficiencia respiratoria leve, inocua para personas
con buena salud, pero que puede resultar fatal en personas de edad
elevada. Esta insuficiencia respiratoria, junto con los problemas
propios del débil corazón del Conde, provocó sin duda el trágico
desenlace".
Ante
el razonamiento del señor Hugues, se le cuestionó por cómo habrían
llegado estos elementos químicos al baño, provocando la muerte del
Conde, ya que se encontraba sólo en el momento del fallecimiento. El
señor Hugues, en presencia del comisario responsable de la
investigación, se limitó a responder "Patitos.
Cuá, cuá…"
mientras se marchaba del lugar, negándose a responder a ninguna otra
pregunta de los medios de comunicación allí presentes.
El
comisario confirmó pocas horas después que, tras las explicaciones
de Hugues, el doctor Wilson había confesado haber preparado la
combinación letal y que Michelle de Waynesburg la habría
introducido con una jeringuilla en varios de los patos de goma que el
Conde usaba en su baño diario, esperando que la reacción de los
elementos químicos hiciera el resto del trabajo. Al parecer, aunque
este punto está pendiente de confirmación oficial, el doctor y la
heredera mantenían una relación sentimental desde hacía algunos
años y habían planificado el crimen para conseguir en exclusiva la
fortuna familiar.
Los
dos acusados fueron inmediatamente detenidos y ya han pasado a
disposición judicial a la espera de la celebración del juicio, que
tiene previsto su inicio en los primeros días del próximo mes de
Junio.