2
de mayo de 2015
He
estado hablando del tema con Ricardo. Le he explicado el plan que
tengo en mente, sin entrar en detalles, por si acaso. Al principio le
ha parecido una locura. La verdad es que, pensándolo fríamente y
desde fuera, es una locura. He tenido que confesarle las
circunstancias tan particulares que me obligan a llevarlo a cabo.
Bueno, "obligar" puede que no sea la palabra correcta. Pero
si quiero que algo cambie, tengo que tomar medidas. Y lo que tengo
clarísimo es que algo tiene que cambiar.
Al
final me ha dicho que no quiere participar. Aunque sabe que si la
cosa sale bien todo será diferente también para él, no quiere
correr riesgos innecesarios. Me ha prometido no contárselo a nadie y
le creo. Si hay alguien que considero leal, ese es Ricardo.
Así
que tendré que buscar otro socio. El problema es que no se me ocurre
nadie más de quién pueda fiarme.
5
de mayo de 2015
Esta
mañana me ha despertado el teléfono. No suelo recibir llamadas, así
que he pensado que debía ser algo importante o una nueva oferta para
cambiar de compañía. Ha resultado ser Ricardo. Me ha pedido que nos
reunamos mañana para tomar una cerveza en el bar de siempre. No sé
si será para volver a hablar del tema del otro día o para otra
cosa. Me intriga.
6
de mayo de 2015
Al
final Ricardo sí participa. Me ha confesado que la familia de su
hermana ha recibido la notificación para su desahucio. Se quedarán
en la calle antes de que acabe el mes. Su cuñado le importa una
mierda, pero su hermana y, sobre todo, sus dos sobrinos son lo único
que quiere en esta vida. No está dispuesto a que cada noche su
conciencia le recuerde que no hizo nada por ellos, que les dejó en la
estacada, como otros muchos le han dejado a él a lo largo de los
años.
Hemos
quedado mañana en mi casa para contarle todos los detalles y dejar
el plan cerrado.
Me
alegro de que Ricardo forme parte de esto. Le he prometido que todo
saldrá bien, que lo tengo todo pensado y que, con un poco de suerte,
todo será ya diferente para siempre. Espero no equivocarme.
7
de mayo de 2015
Ricardo
ha estado todo el día en casa. Llegó por la mañana y le estuve
explicando cómo irían las cosas. Creo que su papel está bastante
claro y no ha tenido muchas dudas al respecto. Le preocupa bastante
más lo que me toca hacer a mí. Aunque le he pedido que confíe, es
normal que le cueste. En el fondo él también depende de lo que yo
haga y no le culpo por no acabar de verlo claro.
Después
de comer hemos vuelto a repasar los detalles. Ricardo ha hecho un par
de llamadas y ha conseguido el coche que necesitamos. Yo de coches
casi no entiendo, pero sé que él es un auténtico experto. Lo
recogerá la semana que viene y lo dejará aparcado en una calle del
extrarradio hasta el día que decidamos. Allí pasará desapercibido,
según dice.
Cuando
el asunto del coche ha quedado cerrado hemos revisado el calendario
para fijar una fecha. El veinticinco nos ha parecido un buen día a
los dos, así que no hay más que hablar.
Ya
no hay marcha atrás.
24
de mayo de 2015
No
puedo pegar ojo. Le estoy dando demasiadas vueltas a la cabeza y sé
que no debo. Pero de pronto me ha venido la imagen de Ricardo
largándose de allí y dejándome tirado, con todo el marrón para mí
sólo. ¿Y si se raja a última hora? ¿Y si decide chivarse de todo
y mañana me encuentro en una encerrona? El último día que hablamos
me pareció notar que dudaba. No hablamos de lo de mañana, pero
estaba más serio de lo habitual... A lo mejor pensaba en su hermana
y sus sobrinos. O a lo mejor no se atrevía a decir que abandonaba.
Tengo
en el cajón algo que me ayudaría a dormir, pero mañana tengo que
estar en plena forma. Un descuido y todo se iría a la mierda...
¡Joder! ¿Por qué no inventan un botón para dejar de pensar? A mí
me vendría de puta madre ahora mismo...
29
de Junio de 2015
He
retomado este diario para hacer más llevadero el paso del tiempo.
Aquí hay poco que hacer y los días son muy largos.
Ayer
vino mi abogado y me ha comunicado que el juicio empieza el día
quince del mes que viene. Si el juez se porta bien y tengo un poco de
suerte, me caen cuatro años como mínimo. Intentará explicarles la
situación desesperada que tenía y mis problemas con las drogas, a
ver si sirve de atenuante. Pero parece que el policía de paisano que
me pilló va a testificar que estaba muy sereno en ese momento. ¡Qué
puta mala suerte! ¿Quién iba a pensar que el primer cliente del
banco de toda la semana iba a ser un policía? Si no hubiera
madrugado para estar allí a primera hora, no hubiera habido ningún
problema y ahora yo estaría en Jamaica, disfrutando de la vida y sin
preocupaciones.
No
he querido preguntarle al abogado por Ricardo. No estoy seguro de si
le pillaron también a él o pudo escarparse con el coche cuando vio
que tardaba demasiado. Ojalá se diera cuenta de todo y ahora viva
tranquilamente en su casa con su hermana y sus sobrinos.