Desde hace algún tiempo he ido guardando en una caja roja algunas historias, relatos, microcuentos y pensamientos. Algunos reales, otros imaginarios. Ahora los comparto con vosotros...

martes, 9 de junio de 2015

Diario

 

2 de mayo de 2015

He estado hablando del tema con Ricardo. Le he explicado el plan que tengo en mente, sin entrar en detalles, por si acaso. Al principio le ha parecido una locura. La verdad es que, pensándolo fríamente y desde fuera, es una locura. He tenido que confesarle las circunstancias tan particulares que me obligan a llevarlo a cabo. Bueno, "obligar" puede que no sea la palabra correcta. Pero si quiero que algo cambie, tengo que tomar medidas. Y lo que tengo clarísimo es que algo tiene que cambiar.

Al final me ha dicho que no quiere participar. Aunque sabe que si la cosa sale bien todo será diferente también para él, no quiere correr riesgos innecesarios. Me ha prometido no contárselo a nadie y le creo. Si hay alguien que considero leal, ese es Ricardo.

Así que tendré que buscar otro socio. El problema es que no se me ocurre nadie más de quién pueda fiarme.


5 de mayo de 2015

Esta mañana me ha despertado el teléfono. No suelo recibir llamadas, así que he pensado que debía ser algo importante o una nueva oferta para cambiar de compañía. Ha resultado ser Ricardo. Me ha pedido que nos reunamos mañana para tomar una cerveza en el bar de siempre. No sé si será para volver a hablar del tema del otro día o para otra cosa. Me intriga.


6 de mayo de 2015

Al final Ricardo sí participa. Me ha confesado que la familia de su hermana ha recibido la notificación para su desahucio. Se quedarán en la calle antes de que acabe el mes. Su cuñado le importa una mierda, pero su hermana y, sobre todo, sus dos sobrinos son lo único que quiere en esta vida. No está dispuesto a que cada noche su conciencia le recuerde que no hizo nada por ellos, que les dejó en la estacada, como otros muchos le han dejado a él a lo largo de los años.

Hemos quedado mañana en mi casa para contarle todos los detalles y dejar el plan cerrado.

Me alegro de que Ricardo forme parte de esto. Le he prometido que todo saldrá bien, que lo tengo todo pensado y que, con un poco de suerte, todo será ya diferente para siempre. Espero no equivocarme.


7 de mayo de 2015

Ricardo ha estado todo el día en casa. Llegó por la mañana y le estuve explicando cómo irían las cosas. Creo que su papel está bastante claro y no ha tenido muchas dudas al respecto. Le preocupa bastante más lo que me toca hacer a mí. Aunque le he pedido que confíe, es normal que le cueste. En el fondo él también depende de lo que yo haga y no le culpo por no acabar de verlo claro.

Después de comer hemos vuelto a repasar los detalles. Ricardo ha hecho un par de llamadas y ha conseguido el coche que necesitamos. Yo de coches casi no entiendo, pero sé que él es un auténtico experto. Lo recogerá la semana que viene y lo dejará aparcado en una calle del extrarradio hasta el día que decidamos. Allí pasará desapercibido, según dice.

Cuando el asunto del coche ha quedado cerrado hemos revisado el calendario para fijar una fecha. El veinticinco nos ha parecido un buen día a los dos, así que no hay más que hablar.

Ya no hay marcha atrás.


24 de mayo de 2015

No puedo pegar ojo. Le estoy dando demasiadas vueltas a la cabeza y sé que no debo. Pero de pronto me ha venido la imagen de Ricardo largándose de allí y dejándome tirado, con todo el marrón para mí sólo. ¿Y si se raja a última hora? ¿Y si decide chivarse de todo y mañana me encuentro en una encerrona? El último día que hablamos me pareció notar que dudaba. No hablamos de lo de mañana, pero estaba más serio de lo habitual... A lo mejor pensaba en su hermana y sus sobrinos. O a lo mejor no se atrevía a decir que abandonaba.

Tengo en el cajón algo que me ayudaría a dormir, pero mañana tengo que estar en plena forma. Un descuido y todo se iría a la mierda... ¡Joder! ¿Por qué no inventan un botón para dejar de pensar? A mí me vendría de puta madre ahora mismo...


29 de Junio de 2015

He retomado este diario para hacer más llevadero el paso del tiempo. Aquí hay poco que hacer y los días son muy largos.

Ayer vino mi abogado y me ha comunicado que el juicio empieza el día quince del mes que viene. Si el juez se porta bien y tengo un poco de suerte, me caen cuatro años como mínimo. Intentará explicarles la situación desesperada que tenía y mis problemas con las drogas, a ver si sirve de atenuante. Pero parece que el policía de paisano que me pilló va a testificar que estaba muy sereno en ese momento. ¡Qué puta mala suerte! ¿Quién iba a pensar que el primer cliente del banco de toda la semana iba a ser un policía? Si no hubiera madrugado para estar allí a primera hora, no hubiera habido ningún problema y ahora yo estaría en Jamaica, disfrutando de la vida y sin preocupaciones.

No he querido preguntarle al abogado por Ricardo. No estoy seguro de si le pillaron también a él o pudo escarparse con el coche cuando vio que tardaba demasiado. Ojalá se diera cuenta de todo y ahora viva tranquilamente en su casa con su hermana y sus sobrinos.

Me quedan todavía mil cuatrocientos sesenta días en este infierno... Como poco…